Un hombre en un jet supersónico accidentalmente deja la atmósfera durante los años 60. Comienza a flotar a centímetros del planeta. Como puede, trata de retomar curso y después de varios intentos lo logra. Se acaba de salvar de morir sólo en la oscuridad del espacio.

 

El tercer largometraje de Damien Chazelle explora una historia que todos hemos escuchado muchas veces. Hay muchos documentales de cómo el hombre llegó a la luna, sin embargo, esta cinta ahonda en la humanidad de los involucrados, utilizando a Neil Armstrong como el centro de la historia.

 

 

El guion de la cinta narra en manera cronológica la llegada del hombre a la luna desde la perspectiva de Armstrong, muestra el inicio de la misión y todos los errores que ocurrieron antes de llegar allí.

 

Sin embargo, no muestra a los personajes y a la NASA cómo algo intocable. El retrato busca más bien mostrar el hecho cómo un trabajo más. Hay un diálogo del personaje de Claire Foy que hace eco en la cinta “Sólo son un montón de chicos haciendo modelos de una balsa de madera, no tienen nada bajo control”.

 

Ryan Gosling y Claire Foy logran buenas actuaciones, pero en muchas escenas son los encuadres y situaciones los que describen más a los personajes que las mismas interpretaciones.

 

Muchas de las escenas claramente buscan mostrar a los personajes en entornos y situaciones mundanas. Estas escenas traen ecos de El árbol de la vida de Terrance Malick.

 

 

Dos años después del éxito alcanzado con La La Land Chazelle vuelve a la pantalla grande de forma exitosa, durante la cinta puedes verlo ocupando tomas cerradas para crear incertidumbre o claustrofobia. Además del uso de contrastes de luz en momentos cotidianos, creando bellos encuadres y recordándome que nosotros también flotamos por el espacio.

 

El momento más importante de la cinta se ve increíble en una pantalla IMAX, pero aunque es visualmente bello, no se puede evitar sentir que el momento es sumamente familiar, ya que lo hemos visto parodiado o en documentales por años. Aún así el director trata de encontrar algo nuevo y al final de la secuencia lo logra, no con encuadres, sino con una conexión emocional entre personajes.

 

El score de Justin Hurwitz es más dinámico de lo que esperaba lo cual es bienvenido. Tiene una curiosa dualidad porque suena solemne cuando es necesario pero no teme ser más melódico en otros momentos.

 

 

En conclusión, Damien Chazelle triunfa en la ejecución de este biopic que trata de reflejar tanto los logros del hombre como especie como la lucha emocional que enfrentamos día a día.

 

El Primer Hombre en la Luna se encuentra actualmente en los cines de México

 

Escrito por: Alex García