Mientras algunos científicos afirman que se trata de una inclinación natural en los zurdos, la teoría más aceptada en la actualidad fluye en el sentido…

Poco más del 10 % de la población alrededor del mundo es zurda. El primer esbozo sobre la lateralidad se define a las 11 semanas de gestación: es entonces cuando las estructuras cerebrales asociadas con el dominio y la preferencia de un costado sobre otro se forman en el embrión humano; sin embargo, no es hasta los primeros años de vida cuando se define cuál es el perfil que acompañará a una persona por el resto de sus días, qué lado será especialmente útil en funciones complejas de las extremidades, cómo escribir o patear un balón.

Al respecto, la sabiduría popular no duda en afirmar que las personas que se inclinan por utilizar el lado izquierdo resultan más inteligentes que el resto, tanto para desarrollar actividades espaciales que requieren destreza motora, como para el arte, la ciencia o las matemáticas. Se trata de una creencia que se mantiene vigente en el imaginario colectivo a través de una discriminación de nombres cuya preeminencia resulta a todas luces: Da Vinci, Nietzsche, Tesla, Marie Curie y hasta Lionel Messi, todos zurdos, iconos por antonomasia en sus respectivos saberes o campos de acción.

Ante pruebas aparentemente incontestables y un patrón que parece repetirse con frecuencia, ¿cuál es la opinión de la ciencia al respecto?, ¿en realidad los zurdos son más geniales y creativos que su contraparte diestra?

Un sinfín de estudios han tratado de responder a esta pregunta sin un resultado estadísticamente concluyente. La única tendencia que se repite con frecuencia en los análisis que intentan comparar la lateralidad con respecto a las funciones cerebrales, respalda la idea de que los zurdos poseen una mayor conexión entre ambos hemisferios cerebrales que los diestros, manifestada a través de una mayor longitud en su cuerpo calloso, un haz ubicado en la región interhemisférica que se encarga de vincular y coordinar ambos lados del órgano central del sistema nervioso.

Sin embargo, la ciencia aún no es capaz de determinar el origen causal de esta condición. Mientras algunos científicos afirman que se trata de una inclinación natural en los zurdos, la teoría más aceptada en la actualidad fluye en el sentido opuesto: en un mundo ideado para diestros, donde todos los objetos y herramientas están pensadas para utilizar primordialmente la mano derecha, adaptar estos aparatos al perfil izquierdo es todo un reto. Habituarse a ocuparlos cotidianamente contra su lateralidad y el esfuerzo que esto conlleva podría ser la clave de una conexión interhemisférica mayor en los zurdos.

De lo anterior, que la dominación motriz de uno u otro lado no sean un factor decisivo en la capacidad de resolución de problemas o destreza para realizar cualquier actividad. En realidad, la idea de que los zurdos son más inteligentes se trata de una construcción social que en la actualidad fluye en contrasentido a como solía ser en el pasado, cuando en distintas culturas antiguas y aún en la Edad Media, esta particularidad característica era sinónimo de discriminación y persecución. Aún en nuestros días, los términos lingüísticos, sobre todo los que tiene que ver con la izquierda, suelen asumir tal condición como negativa, como reflejo de la extrañeza y densidad de conciencia de la aceptación al reconocimiento de lo distinto y todo lo que escapa de la norma.