Hay un ente un tanto etéreo al que a menudo se le llama Sociedad Civil. Para no meternos en tantas honduras, lo que se considera Sociedad Civil generalmente es lo que se dice de millones de personas que sin ser partícipes de un partido, una corriente política, una camarilla o algo por el estilo, se dedican de cuerpo y alma a trabajar honestamente, a ver por su familia, por su concepto de bienestar y por el de personas cercanas a ellos. Y en muchas ocasiones, por personas ni siquiera tan cercanas, pero con el gusto y el ánimo de poner un grano de arena para hacer de alguien algo mejor. Y jamás esperan ni piden dádivas de gobierno alguno.

Y se ha comprobado ante varias calamidades que hemos sufrido como país. Y ha sido ampliamente observado y documentado en temblores, terremotos y demás sucesos conocidos. Brota una parte de esa llamada Sociedad Civil, muy solidaria, muy participativa; pero después de que pasa el evento masivo, se empieza a olvidar el asunto y se vuelve al mundo propio.

¿Y luego? Pues resulta que la Sociedad Civil somos personas como tú y como yo, como el de junto, como tu vecino; en general, lo único que queremos es prosperar y sentir que estamos cumpliendo con lo que la Vida nos encargó: sacar adelante a nuestra prole y hacer de la Vida algo agradable y hasta hermoso. Y no tiene nada de especial, ni de feo, ni de espeluznante. Así hemos sido como humanidad desde el principio de los tiempos; sólo hay que leer la Historia.

Hace años, un poeta que me cae bien dijo:
“Sé que la historia es la misma
La misma siempre que pasa
De una tierra a otra tierra
De una raza a otra raza
Como pasan estas tormentas de estío
De esta a aquella comarca”.

Me gustaría que los versos de este poeta admirado no se cumplieran para siempre en mi país… Hoy en día lo que rifa es la inmediatez. Parece que vivimos para estar enterados de todo al momento; y lo que vimos o leímos hace unos minutos ya a nadie le importa al siguiente minuto.

Pero sí que hay cosas importantes por recordar: para que nosotros, Sociedad Civil, podamos gozar de ciertos privilegios tuvieron que suceder un montón de cosas atrás; muertes, revoluciones, desolación, sufrimiento y todo lo que ha vivido nuestro México en general y nuestra Sociedad Civil en particular. Y por eso hay que defender los derechos adquiridos que nos legaron nuestros ancestros, con toda galanura. Porque no fueron gratuitos. Y por eso, hoy, en los tiempos del Covid o post Covid o como se llame, tenemos que participar o reinventarnos a nuestra manera; en lo que podamos o queramos o nos lata o nos atraiga. Pero tratemos de hacer algo más que lo de siempre.

No es agradable que cada seis años (o cada tres o cuatro o los que sean) llegue una serie de personajes a reinventar el país (estado o municipio) sin tomar en cuenta los aciertos anteriores; de ningún color ni de ningún partido. Me gustaría sentir y ver, aún dentro de los veinte Méxicos que somos, un proyecto de país más aterrizado, más concreto, más amable, más digno. Y que los proyectos de lo que fuese, se pudiesen adecuar o hasta modificar, pero siempre respetando las leyes en que se signaron.

Tú, ¿qué tipo de país quisieras para ti y para tus hijos o nietos? Contesta, sólo eres un miembro de la Sociedad Civil.

Igual que yo…