Hace apenas unos días, en Palacio Nacional, el presidente convocó a su círculo político íntimo con un objetivo: analizar los resultados de una encuesta que había mandado a hacer con una muestra extraordinariamente robusta.

Los números que analizaron —me dicen fuentes con acceso directo— no dejaron cómodo ni tranquilo al Presidente. Salió preocupado y pidió reunirse con sus corcholatas para afinar la estrategia de cara al 2024.

La encuesta midió el impulso inicial del Efecto Xóchitl. La irrupción de la senadora panista Xóchitl Gálvez a la contienda. Si bien la encuesta que mandó a hacer López Obrador le ratificó que Morena sigue teniendo una cómoda ventaja para ganar la elección presidencial del 2024, también le quedó claro que esa ventaja se ha estrechado y que está cada vez más lejos el ideal de ganar mayoría calificada en el Congreso. Vamos, eso ya se ve imposible.

Se habló del caso de Veracruz. Está perdido para Morena. También de Puebla. Perdido para Morena. Se habló de Jalisco. Perdido para Morena. Son los padrones 3, 4 y 5 en importancia en el país. Esto compromete la posición para la elección nacional.

Se habló de la Ciudad de México, donde los números expuestos en la mesa de López Obrador favorecen a Morena. Se habló de la posibilidad de repetir en la capital del país el método de las corcholatas presidenciales. Se habló de Clara Brugada, que tiene por mucho las simpatías dentro de Morena. No se habló de Omar García Harfuch, porque todos saben que ese nombre está vetado para el Presidente.

Otro factor de preocupación: en la contienda interna morenista, la figura de Marcelo Ebrard ha logrado incomodar. No tanto como para ganar la candidatura —que tiene en la bolsa Claudia Sheinbaum— pero sí para desgastar cada vez más a la considerada favorita del Presidente.

Me dicen las mismas fuentes que por eso mismo, el Presidente dejó la impresión de que su ideal sería terminar la contienda interna de manera anticipada. Terminarla ya. Es parte de lo que quiere platicar con sus corcholatas en la reunión que pidió que le agendaran. Cuando le comentaron que Ebrard podría negarse a modificar el calendario y le recordaron los requisitos que ha pedido para las encuestas que definirán la candidatura, AMLO ironizó sobre si ahora Marcelo era el que definía las reglas.

Tras evaluar los tres factores centrales —nivel de conocimiento, opiniones negativas sobre el personaje, competitividad en careos contra posibles rivales— quedó claro que Adán Augusto López había perdido su posición: creció en conocimiento, pero también se dispararon sus negativos por los escándalos en los que se ha visto envuelto en las últimas semanas. Dicen los que estuvieron que está claro que “el hermano Adán” no está en el ánimo del presidente. Y que todo va para Claudia, aunque esté decepcionando.

Con información de : columna CARLOS LORET DE MOLA publicada en elUniversal.com