El tema de esta semana no es nuevo, pero sí relevante en nuestros días. Sobre todo, si consideramos que después de la pandemia, la vida no volverá a ser la misma en muchos aspectos. La COVID 19, ha golpeado principalmente al tema de la salud a nivel planetario y por ello local, pero con repercusiones no menos importantes en otros aspectos que aún no dejan de tambalearnos. Quizá, después de este lapso, no muy pocos hemos pensado en aclarar nuestros propósitos de vida personal que, se relacionan sin duda, con los de la vida laboral.

Desde el inicio del milenio, se han asociado al terreno laboral otras formas de clima organizacional y, sobre todo, de retribución a los empleados que van más allá de las quincenas y de ir de lunes a viernes a trabajar a una oficina o a una nave industrial.  Así el contrato no sólo es monetario, sino también “psicológico” o “emocional”.

El “salario emocional” tuvo su origen hace algunas décadas. En su concepto más básico se trata, además de la económica, de una retribución que procura el bienestar y satisfacción de necesidades personales, familiares y profesionales del trabajador/a.  Algunos ejemplos son: flexibilidad de horarios, cursos extracurriculares cubiertos por la empresa, eventos de convivencia e integración, servicios de guardería para padres y madres trabajadores/as con hijos, trabajo en casa, espacios de comedor y convivencia, entre otros.

Con el salario emocional se valora y reconoce más a la persona/ser humano que al empleado/a. Al considerar otros aspectos de tipo no económico, se convierte en un elemento motivador entre los empleados, así se generan climas laborables sanos y que a su vez repercuten en la percepción que tienen los empleados hacia dentro de la empresa y en su proyección hacia fuera.

 Las ventajas del salario emocional para las empresas se resumen en:

  • Bajos índices de rotación de personal
  • Bajos niveles de ausentismo
  • Trabajadores satisfechos/as
  • Sentido de pertenencia y compromiso de los colaboradores
  • Elevados estándares de satisfacción y con ello productividad

Sin duda alguna el salario económico es la base, pero crear una fórmula entre el pago monetario y la retribución emocional, ayuda a un crecimiento personal y profesional de los trabajadores y, por consecuencia, de la empresa en la que se desempeñan.  Si estás del lado de los empleados, reflexiona que es probable que un tercio de tu vida la pases trabajando, pero después de la percepción económica que te dejan tus quincenas, pregúntate ¿qué más te deja el trabajo? Si estás del lado del empleador, piensa no sólo en que tus colaboradores te han apoyado en el desarrollo y crecimiento de tu empresa, sino también en ¿qué has aportado tú a ese grupo de personas que avanza contigo?.  Está comprobado que, al aumentar la productividad y competitividad en una empresa, el salario emocional, se convierte en un factor que ayuda a las organizaciones a tener un área de influencia en beneficio de una sociedad con mayor calidad de vida.

Después de la experiencia que nos ha dejado la pandemia, las personas han replanteado sus propósitos en la vida. Un contrato que contenga un salario económico es importante, pero ahora también se suman a la lista otros aspectos sustanciales como la posibilidad de tener tiempo de calidad con la familia, las aspiraciones académicas y crecimientos profesionales, espacios físicos y temporales para descansar, reconocimiento y oportunidad de crecimiento. Recuerda que HolaStaff es más que una bolsa de empleo. Estamos conformados por un equipo interdisciplinario de especialistas en Recursos Humanos que te pueden apoyar en este y otros aspectos de tu empresa o tu vida laboral. Acércate con nosotros a través de nuestra página web www.holastaff.mx o en nuestras redes sociales Facebook, Instagram , Twitter: HolaStaff.