Que Enrique Cárdenas es chaparrito no es secreto para nadie, sin embargo, sus constantes ataques al partido que le financió su campaña lo hacen ver casi insignificante, ante los ojos de los panistas poblanos. Los ataques al Moreno-Vallismo, durante el año pasado, siempre fueron una piedra en el zapato para la dirigencia y la militancia blanquiazul.

Las promesas de Cárdenas de recomponer una relación con el PAN se hicieron cada vez más vacías, luego de que éste evidenciara su verdadera intención: la de utilizar la estructura del partido para perseguir un proyecto personal de poder, esto después de haber tratado de ser candidato en otros partidos, inclusive Morena.

El último capítulo en esta novela lo escribió Cárdenas, infringiendo la veda electoral, que impide a los candidatos de hacer campaña pasadas las 24 horas del día miércoles 29 de mayo, en dónde además de quebrar la ley también termino de romper la poca confianza que había entre él y la militancia panista.

Las obras Moreno-Vallistas de los últimos ocho años son la mayor fortaleza de la campaña de Cárdenas, declaró Genoveva Huerta. Mostrando toda su sabiduría política, el histórico cuadro blanquiazul apeló al sentimiento panista arraigado en el estado.

Entendiendo la complejidad del escenario electoral Huerta le dio un norte a una campaña que necesitaba rumbo. Sin embargo, Cárdenas, quien pudo ser el mayor beneficiado en esta estrategia desecho las sabias palabras y prefirió seguir en su estrategia egoísta al reafirmar que no tiene ningún compromiso con los partidos tradicionales ni sus estructuras, leyéndose  entrelineas que prefiere seguir en esta pelea contra el PAN y sus estructuras.